Los empiñonados o panellets son uno de los postres catalanes más populares de su gastronomía. Se trata de unos pequeños y redondos dulces hechos con masa de azúcar, almendra y yema de huevo que se suelen servir para el Día de Todos los Santos. Este pequeño postre lleva consigo una historia de lo más curiosa, si aún no la conoces sigue leyendo y descubre la leyenda que envuelve a los panellets.
El origen de su historia empieza el Día de Todos los Santos. Su nacimiento religioso ha hecho que sea uno de los factores por el cual este alimento dura hasta nuestros días, ya que representa la eternidad y el recuerdo de los que no están. Pero para comprenderlo debemos ir hacia las civilizaciones más antiguas, las que en un principio practicaban la antropofagia, no desde el ámbito del canibalismo, sino con el fin de adquirir la energía que sus antepasados dejaban al abandonar su cuerpo.
Esta costumbre fue cambiando hasta ser sustituida por la recolección de frutos secos, ya que son los alimentos que más energía tienen. Una de las recetas que más se popularizó para rememorar a los difuntos fue aquella que utilizaba almendras, piñones y castañas, pasando a formar los famosos empiñonados.
El primer lugar donde llegó el azúcar fue a Cataluña, lo que hizo posible que en el siglo XVII aparecieran los primeros reposteros españoles. Una de sus labores era la preparación de estos dulces el primer día de noviembre para que fueran bendecidos en las iglesias cristianas antes de que se comieran.
Ya a partir del año 1796 este dulce tan típico en Barcelona empezó a popularizarse entre las ferias. Poco a poco, su sabor enamoró a tantos que acabó por expandirse por el resto de España, ya que se convirtió en un dulce que la gente demandaba fuera de su periodo religioso.
Fue así como los panellets, a comienzos del siglo XIX lograron convertirse en un producto imprescindible para cualquier pastelería catalana. Y en el año 2002, consiguieron el sello europeo de calidad alimentaria ETG (Especialidad Tradicional Garantizada).
En la actualidad, existe una gran variedad de sabores que hacen de los empiñonados un dulce que no puede faltar si vienes a Barcelona de viaje.
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